Me asombra la cantidad de parejas jóvenes que en nuestro país se separan o se divorcian antes de los cinco años de convivir juntos. Eso del divorcio se volvió casi una moda. Los motivos son muchos; van desde la mal llamada “incompatibilidad de caracteres” o la infidelidad, pasando por el maltrato, en fin…
Y no es que esté mal el divorcio. Cuando algo no funciona, o no se puede reparar, lo más sano es alejarse. Sin embargo, esa no puede ser la regla. Hay factores externos a los que, en especial las parejas jóvenes no están prestando atención y que, aunque parezcan inofensivos o invisibles, pues están ahí, y esos factores pueden hacer mucho daño a cualquier relación. Son como moscas en la casa.
Por eso cuando usted se case, o decida convivir con alguien, tiene que estar muy conciente que desde que tome esa decisión su mundo cambiará inevitablemente, y el que ese cambio sea para bien o para mal, dependerá única y exclusivamente de usted y su pareja…
Muchos matrimonios jóvenes se han arruinado por permitir la ingerencia de personas que no caben en la ecuación…
Hay una regla que puede parecer cruel o egoísta, pero es fundamental: Usted no se casa ni con su papá ni con su mamá, y muchísimo menos con sus hermanos o allegados.
Cuando usted consiga una pareja, no permita que su familia, -por congraciarse, o por lo que sea- le hagan bromas pesadas a su pareja. Tampoco permita que a su pareja la cuestionen o critiquen delante suyo. Desde el comienzo, y aunque le resulte incómodo, exija el respeto debido para esa persona con la que usted decidió compartir el resto de su vida…
Cuando usted consiga una pareja, no permita que su familia, -por congraciarse, o por lo que sea- le hagan bromas pesadas a su pareja. Tampoco permita que a su pareja la cuestionen o critiquen delante suyo. Desde el comienzo, y aunque le resulte incómodo, exija el respeto debido para esa persona con la que usted decidió compartir el resto de su vida…
La privacidad de su matrimonio es fundamental. No acostumbre a sus familiares a que lleguen todos los días a su casa. De otra parte, al primer problema matrimonial o de pareja (porque siempre los habrá) soluciónenlo ustedes mismos, no corran para donde sus padres o sus suegros a quejarse, a menos eso sí, que usted detecte algún signo de violencia.
Finalmente, y quizá lo más importante, hay que apostarle a construir y a reparar, y eso depende de qué cosas prioricemos. Recuerde que el motor de su hogar no es su esposa ni su esposo, tampoco sus hijos… El motor de su hogar tiene que ser Dios. #felizsemanaparatodos